
Alberto Dow (1923 – 1990)
Este autor cubano de nacimiento escribe su obra en Cali Colombia, legando a las letras regionales narraciones de admirable complejidad. Definido como Multifacético, transversal, urbano, desbocado a los abismos de la condición humana Alberto Dow muere en Cali 1990, dejando construida su historia como dramaturgo, novelista, cuentista y compositor. Estudió medicina en la Universidad Nacional, fue violinista y uno de los fundadores de la orquesta sinfónica del Valle. Su primera publicación data de 1944 en la revista Cromos con el cuento El hombrecito de la lluvia. A partir de este año varios de sus cuentos fueron publicados en revistas literarias nacionales e internacionales. Alberto Dow figura en las antologías realizadas por Eduardo Pachón Padilla, El tiempo y la Universidad del Valle. Fue finalista en el concurso de cuento de la Felguera – España. La universidad Eafit ha publicado su novela Los ángeles y los buitres y su libro de cuentos La nave almirante.
Alberto Dow es uno de los escritores más importantes para la literatura escrita en Colombia en la segunda mitad del siglo XX y uno de los más desconocidos por la crítica y las editoriales colombianas. Salvo un puñado de lacónicas reseñas de sus obras y su mención en enumeraciones referentes a la literatura regional vallecaucana es muy poco lo que podemos encontrar sobre el autor en las bibliotecas colombianas y en la Internet. Precisamente en una de estas enumeraciones Darío Henao lo señala como el inaugurador de la ficción literaria moderna en el Valle del Cauca aunque sin profundizar en las razones, pues no era Dow el objeto de su escrito: “La ficción moderna se inicia en la década del 50 con los cuentos y novelas de Alberto Dow, que incursiona en lo fantástico, lo policial, la ciencia ficción y la problemática urbana de la vida cotidiana”. (1)
Si consultamos las diferentes publicaciones de sus obras en vida, hechas en su mayoría por editoriales menores (o mejor, alternativas), y leemos sus contratapas y prólogos nos daremos cuenta de la existencia de un consenso entre sus allegados sobre la importancia de su escritura para la vida literaria nacional y su calidad estética:
Por la seguridad y belleza de las descripciones, el dominio de la técnica novelística, el contenido social y el discreto tinte folclórico que matiza sobre todo los diálogos, esta novela Guandurú, el espíritu del mal (1958) está destinada a figurar, seguramente, al lado de las pocas que han enriquecido el supremo género literario en Colombia. (2)
O si la anónima voz de las solapas que elogia normalmente el contenido que encierran no nos produce la confianza suficiente para convencernos de la calidad literaria de Dow, recurramos entonces a la autoridad de un lector como Aurelio Arturo, quien en el prólogo al libro Doce cuentos nos dice:
Este libro nos muestra cómo su autor ha ido depurando su arte hasta convertir el cuento en el precipitado artístico de un trozo de la vida. Es mucho haber alcanzado tal grado de expresión en un género tan difícil a una edad bastante temprana y cuando el camino inicia apenas. Hay aquí cuentos que satisfarían exigencias de la recia crítica, que nos resarcirán espiritualmente el tiempo que dediquemos a su lectura. Y su bondad intrínseca nos dice claramente que quien los escribió es uno de nuestros buenos cuentistas y será tal vez pronto uno de los mejores. Los que conocemos su afán de perfección, sabemos que sus primeros éxitos no habrán de satisfacerlo y que la bondad artística alcanzada no lo detendrá en la busca de más altas realizaciones. (3)
Los diferentes reconocimientos obtenidos durante su carrera (Segundo lugar del Premio Esso 1963, Premio Vivencias compartido con Gustavo Álvarez Gardeazábal, y varias veces Premio Nacional de Teatro, una de ellas compartiendo méritos con Gonzalo Arango), y su colaboración permanente para los suplementos literarios de El Tiempo y El Espectador nos dicen otro tanto sobre la importancia de este personaje que no obstante su constante actividad intelectual y artística (fue también uno de los músicos fundadores de la Orquesta Sinfónica del Valle), y su calidad literaria, pasó desapercibido para la ingrata crítica colombiana y el mercado editorial nacional.
¿Cuáles han sido las causas de la invisibilización de este y otros autores vallecaucanos con méritos similares en el panorama literario local y nacional? ¿Por qué la crítica literaria no se ocupó de reseñar siquiera negativamente las obras de este autor? ¿Quiénes fueron los receptores de las pequeñas ediciones de sus obras? ¿Por qué las grandes editoriales no apostaron por la obra de este cubano nacionalizado colombiano sino hasta bien avanzado el siglo? ¿Qué tensiones artísticas, sociales, políticas, comerciales y de otros órdenes incidieron en la no inclusión de las obras de Dow en el canon literario nacional? Responder estas preguntas, entre otras, es una labor que los actuales críticos literarios tienen frente a la deuda enorme que sus predecesores dejaron con la literatura escrita en el Valle del Cauca, en el contexto de la reciente tarea de revisión del canon literario que heredamos del convulsionado siglo XX en el país. La inclusión de Alberto Dow en este Portal obedece a esta necesidad de hacer visibles algunos autores vallecaucanos excluidos de manera arbitraria del corpus canónico que siempre se ha estudiado y leído a lo largo del siglo pasado.
Respecto a la narrativa de Dow podemos enumerar un poco más extensamente los elementos modernos de su narrativa que hacen que su escritura marque una diferencia con la anteriormente escrita en el Valle del Cauca y lo conviertan, como dice Darío Henao, en uno de los pioneros de la escritura moderna en esta región colombiana.
Mencionemos como primer elemento la incursión del autor en subgéneros narrativos como el policial y el relato de ciencia ficción, formas del relato que dan cuenta de un universo secularizado y laico, que apelan a la ciencia y la razón como maneras de comprender el mundo y sus fenómenos, y que hacen un fuerte rescate del valor del individuo y el ciudadano para las sociedades contemporáneas. De esto inferimos también la aparición de una mirada urbana sobre la ciudad: aunque en la narrativa de Dow son poco explícitos los referentes geográficos a ciudades particulares o a espacios existentes en el mundo real no podemos negar que se trata de uno de los primeros escritores en Colombia que problematiza la existencia en la ciudad moderna. Personajes como el campesino migrante que se convierte en mendigo, el bohemio y el lumpen, el artista de teatros de segunda, el gran concertista, el timador, el oficinista o el jugador -para mencionar solo unos cuantos de su amplio espectro de personajes urbanos- nos dan cuenta de la preocupación temprana de este escritor por contar de manera problemática la vida y la existencia en la surgente ciudad colombiana.
Otro elemento importantísimo es el gran interés por describir y construir sus personajes desde sus universos psicológicos. Existe un gran interés de esta narrativa por presentarnos personajes complejos y expresar las paradojas e inconsecuencias de su psicología profunda: el deseo, el raciocinio, los impulsos, los complejos, entre otros, son tema constante de sus relatos. Temáticamente esto contrasta con la predisposición paisajista y de costumbres de la literatura de primera mitad del siglo XX en el Valle del Cauca que nunca se pudo librar del influjo de María de Jorge Isaacs y de la recepción conservadora de esta obra impuesta por la élite valluna a lo largo de casi todo el siglo XX, ni mucho menos fue capaz ponerse a tono con las tendencias artísticas bullentes en Suramérica y cuya expresión más vital fue la vanguardia. Este repertorio de novelas del que Dow toma distancia se encuentra muy bien descrito por Darío Henao en el artículo antes citado: El inventario de obras de ficción que va de Tierra Nativa (1903) de Isaías Gamboa a Viento Seco (1953) de Daniel Caicedo es muy pobre y escaso. Algo muy explicable si se tiene en cuenta la hegemonía de una cultura de aldea y campanario en la que predominó un romanticismo rezagado, un rígido neoclasicismo y un modernismo discreto regado de mucha escolástica. Este campo intelectual operó cual campana neumática y por eso se explica en buena parte la ausencia de un género moderno por excelencia como la novela. (4)
Temas como la pobreza, la ciudad, la vida cotidiana, el azar, la violencia, el arte moderno y su ruptura con el arte tradicional, la relación entre el arte y el capitalismo, la música popular y universal y sus formas de recepción, la soledad del hombre contemporáneo, entre otros, hacen su irrupción en los relatos y novelas de Alberto Dow, que desde una posición narrativa laica y progresista toma distancia de la cultura hegemónica “de aldea y campanario” y sus valores éticos y estéticos para dar cabida, en la escritura local, a un contenido nuevo y desde un tratamiento diferente.
Estilísticamente podemos decir de su prosa que es sencilla y de una precisión abrumadora, despojada de excesos retóricos, preocupada por narrar, por presentar sin ornamentos imágenes y acción narrativa, y por describir los universos psicológicos de sus personajes mencionados anteriormente. Se trata pues de un escritor de una modernidad innegable que puede constituir el primer caso de narrativa moderna en la ficción vallecaucana y que se le pasó desapercibido a académicos e intelectuales de la segunda mitad del siglo XX.
Esperamos esta breve presentación logre interesar a nuevos lectores y críticos y los anime a iniciar su lectura. La universidad Eafit editó y publicó póstumamente en su colección Antorcha y Daga dos obras del autor que se pueden conseguir con facilidad: La nave del almirante (relatos, 2001) y Los Ángeles y los Buitres (novela, 2001). El resto de sus textos se encuentran en la colección general de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero en la ciudad de Cali a la espera de nuevos lectores que revivan este importante aporte a la literatura y cultura escritas en esta región colombiana.
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Notas:
1. Darío Henao Restrepo, La ficción vallecaucana en el siglo XX.
2. Alberto Dow. Guandurú, el espíritu del mal (Novela, 1958). Sin editorial, Cali 1958. Texto tomado de la contratapa de la edición original de la novela.
3. Alberto Dow, Doce cuentos (cuentos, 1948). Editorial Etobar, Ibagué 1948. Incluye prólogo de Aurelio Arturo.
4. Darío Henao Restrepo, texto citado.
Alberto Dow nació en 1923 en Ciego de Ávila (Cuba) pero se mudó a Cali desde muy temprana edad, ciudad donde residió hasta el día de su muerte en 1990. Dramaturgo, novelista, cuentista y compositor. Se graduó de medicina en la Universidad Nacional de Colombia, fue violinista y participó de la fundación de la Orquesta Sinfónica del Valle. Empezó a publicar en 1944 en la revista Cromos con su cuento El hombrecito de lluvia, desde entonces, muchos de sus cuentos aparecieron publicados en revistas literarias de Colombia y otros países, entre las que destaca su colaboración permanente con los suplementos literarios de El Tiempo y El espectador. Obtuvo el segundo lugar del premio Esso de novela en 1963 con su obra Unos años, una noche; También obtuvo otras distinciones: Premio Nacional de Teatro: Corporación Nacional de Teatro; Premio Nacional de Teatro Icasa (1982). Finalista Premio Nadal de Novela (1974, Los Ángeles y los Buitres). Finalista Concurso de Cuento de la Felguera (España). Premio Nacional de Teatro compartido con Gonzalo Arango. Premio Vivencias (Novela) compartido con Gustavo Álvarez Gardeazábal que nunca fue entregado.
Novela
Guandurú, el espíritu del mal. 1958
Unos años, una noche. Editorial Pacífico. 1963
El Rey. Plaza y Janés editores. 1980
Los ángeles y los buitres. Editorial Universidad Eafit. 2001
Cuentos
Doce cuentos. Editorial Etobar. 1948
La nave almirante. Editorial Universidad Eafit. 2001
Teatro
La sangre petrificada: El diablo, el ángel y la mujer. Ediciones Espiral, Bogotá. 1951
El amable señor Viveros. Ediciones de “La Idea”, Bogotá. 1964
El pequeño dictador. 1982

Doce cuentos (Cuentos)
Editorial Etobar
Primera edición
1948

La sangre petrificada: El diablo, el ángel y la mujer (Teatro)
Ediciones Espiral
Primera edición
Bogotá, 1951

Guandurú, el espíritu del mal (Novela)
Primera edición
Colombia, 1958

Unos años, una noche (Novela)
Editorial Pacífico
Primera edición
Colombia, 1963

El amable señor Viveros (Teatro)
Editorial La Idea
Primera edición
Bogotá. 1964

El Rey (Novela)
Editorial Plaza y Janés
Primera edición
Colombia, 1980

El pequeño dictador (Teatro)
Primera edición
Colombia, 1982

La nave almirante (Cuentos)
Editorial Universidad Eafit
Reedición
Medellín, 2001
Hábilmente estructurada en un doble plano narrativo —por un lado las voces de los testigos y actores de los acontecimientos; por otro la voz de Matoño que recupera los años de su infancia y primera adolescencia—, Los ángeles y los buitres cuenta la trágica historia de Cañaveralejo, pueblo convertido en víctima inerme de la barbarie del bandolerismo político durante los años cincuenta.

Los ángeles y los buitres (Novela)
Editorial Universidad Eafit
Reedición
Medellín, 2001
Tal vez la siguientes frases sueltas y sin un aparente sentido, logren describir una mínima parte de esta novela: el mimo alcanza la perfección de su arte, pero los espectadores han faltado a la cita; la muerte destruye los hilos que la marioneta tejió noche tras noche; la técnica, en su afán de organización, mutila el placer y provoca la desesperanza; la envidia paraliza al creador y el tiempo; fragmentos de existencia humana resueltos finalmente en el navegar abismal de la nave almirante.
Doce minutos (Cuento)
Por: Alberto Dow
Fecha: Febrero 18 de 1951
Publicado por: Periódico El Tiempo
Tomado de: Google News, Periódico El Tiempo, Febrero 18 de 1951
Bartolinos ilustres: Alberto Dow Dow
Por: Víctor Uriel Castañeda Murcia
Tomado de: Asociación de Bachilleres Bartolinos, Destacados
Alberto Dow- Presente
Por: Javier Tafur González
Fecha: Septiembre 19 de 2001
Tomado de: Tafur González & Asociados, Ensayos
1923
Alberto Dow nace en Ciego de Ávila, Cuba. Tiempo después se muda a la ciudad de Cali.
1944
Publica en la revista Cromos uno de sus primeros cuentos El hombrecito de lluvia.
1948
Sale al público su primer libro titulado Doce cuentos.
1951
Publica La sangre petrificada y El diablo, el ángel y la mujer, dedicados ambos al género teatral.
1958
Publica su primera novela Guandurú, el espíritu del mal.
1963
Obtiene el premio Esso de novela por el libro Unos años, una noche.
1964
Recibe el Premio Nacional de Teatro El Tiempo por El amable señor Viveros.
1974
Es finalista del Premio Nadal de Novela por el libro Los ángeles y los buitres.
1980
Publica su novela El Rey.
1982
Es merecedor del Premio Nacional de Teatro. Publica el guión para teatro El pequeño dictador.
1990
Muere en Cali.
2001
La Universidad EAFIT reeditada sus libros La nave almirante y Los ángeles y los buitres.